lunes, 15 de mayo de 2006

Humoristas pensionistas

Casposidad abusiva, macro arrugas, piel masiva, acercamiento indiscriminado a jovencitas, sospechosa artritis crónica, pelos orejiles, incipiente falta de apetito, tendencia a extremismos, aburrimiento en grandes dosis… y la firme postura de no dejar de aceptar que lo sabes todo. Esos vienen siendo los rasgos básicos del anciano medio, de la ancianidad. Eso y unos ochenta años, claro. Algún día nos convertiremos en viejos cascarrabias, si la salud no nos lo impide antes o una dieta a base de polvos salvajes no acaba por provocarnos el infarto sexual. Una vez definida esa etapa a la que todos optamos, diré que pese a que en su mayoría los viejetes son personas adorables y ejemplos a seguir, también hay otros casos en los que se convierten en joputas de mucho cuidado.

El asuntillo es que iba yo cantando mi canción favorita, con silbido y zapateo calidoso incluido, cuando llegó por fin el metro. Por desgracia la cosa venía llena hasta la bandera. Cuando la puerta se abrió muchos individuos salieron disparados precipitándose sobre lámparas, escaleras mecánicas y carteles publicitarios. Uno tuvo suerte y le llovió una rubia pechugona (ahora, que estaba operada, que a mí ésa no me engaña). Pero la historia es que tras el traqueteo logré entrar y hacerme hueco con la ayuda de un machete. La cosa olía a gimnasio y no había asientos disponibles, así que opté arriesgadamente por sentarme en el suelo, en el último vagón del metro y en una esquina. Otra chica siguió mi ejemplo y depositó sus posaderas a mi vera. Los dos íbamos dándole al mp3 y disfrutando de la travesía. Pero no todo iban a ser risas, música y baile en mi historia, amigos, ahí estaba la ancianidad para repasarme el escroto…

En la siguiente parada salió bastante gente, así que aproveché para estirar las piernas. No duró mucho mi relax piernil, pues una chica con carrito acechaba en la puerta. Me recogí en mi sitio y dejé espacio suficiente como para que pasara el carrito (la chica que tenía a mi lado imitó mis movimientos). Yo por aquel momento lo único que escuchaba era a Pearl Jam. A continuación siguió un auténtico festival del humor. La del carrito haciendo maniobras y nada, que no entraba (pensé que era subnormal, pero no). Debido a ello, su novio, un completo gorila, decidió aparecer en escena. Pues bien, coge el tío y roza toda su jodida zapatilla contra mi pierna a la vez que va entrando el carrito, como obligándome a echarme hacia atrás, donde había una magnífica y sólida pared. ¿Os pensáis que cedí? Una auténtica puta mierda, queridos, por allí podía pasar un jodido tanque si quisiera, con un poco de vaselina. Yo rollo estatua, el tío en plan apisonadora. Al final logra entrar el musculitos, el carrito (que igual no había ni bebé dentro, sólo latas de anchoas) y la zorri empujadora. Detrás de ellos, un par de abuelos.

Al rato contemplo atónito junto a mi compañera culera cómo el vagón entero se deshace en risas y carantoñas con la pareja del carrito mientras que a mí y a la otra nos vomitan visualmente. Decidí bajar el volumen de mi “given to fly” para ver qué cojoño se cocía por allí… Sí, amigos… Despotriquing powa.


MUSCULITOS
Si por lo menos se hubieran levantado…



Ese maldito cabrón de plástico rebozó a posta e incluso adrede su puto pie en mi santa pierna… ¿Era necesario que me levantara? No. ¿Lo pidió amablemente? Los cojones. Se iba a levantar la puta de su madre, nos ha jodido.


MUSCULITOS
Pero nada, siguen ahí sentados. No tienen vergüenza.

VIEJERAS 1
Ya… Ni educación.

VIEJERAS 2
No tienen educación.

VIEJERAS 1
Los jóvenes ya se sabe, no tienen educación.

VIEJERAS 2
Es que no tienen educación…

VIEJERAS 1
Ninguna…

VIEJERAS 2
Nada…

VIEJERAS 1
Y qué le vamos a hacer.

VIEJERAS 2
Es que no tienen educación ninguna.


La gente asentía sonriente a los abuelos y su festival de jolgorio rebosante.


VIEJERAS 1
De lo contrario, se hubieran levantado.

VIEJERAS 2
Sí, se hubieran levantado.

VIEJERAS 1
Sí. Y nada, míralos.

VIEJERAS 2
Ahí están.

VIEJERAS 1
Eso es la educación que les hayan dado.

VIEJERAS 2
Lo que les han enseñado.

MUSCULITOS
Pues sí, tienen ustedes razón.


Ah… Respiré más tranquilo, la culpa no era mía, sino de mis padres, amigos y familiares. Aunque no por ello volví a estirar las piernas. Mi padre siempre me dijo que de violar a alguien que fuera a una monja, y que si tiene que entrar un carrito en el metro no puedo estirar las piernas… Unas paradas más allá los humoristas pensionistas se despidieron de los del carrito y del pasaje al completo (“haz amigos, ven a METRO”) y se fueron, alegres y satisfechos tras contribuir a la sabiduría popular. Justo detrás les seguía la pareja del carrito, que a su vez se despidió también del público asistente a la función, menos de los dos antagonistas cuyos culos besaban el suelo. Seguramente se intercambiarían los móviles nada más salir. Subí el volumen de mi Elliott y, ahora sí, estire las malditas piernas.

Mi duda es si lo que hice fue descabellado o no, si podían descalificarme como hicieron por aquello. A mí no me pareció infringir la ley. No soy inhumando, tengo mis sentimientos y esas cosillas fluorescentes, si de verdad hubiera obstaculizado lo más mínimo os digo que mi ano se habría desplazado o subido un piso. En fin… No sé quién será más maleducado, si yo por no moverme, aquella zapatilla musculosa o el dúo de las dentaduras intercambiables despotricando de nosotros en voz alta. Lo cierto es que no les puedo tachar de nada, la culpa en todo caso es de sus padres, abuelos y demás antepasados, que en paz descansen, y con los cuales se unirán pronto para gusanear en el subsuelo. Servidor no tiene caspa, ni arrugas, ni artritis, ni tiende a chochitos de nueve años, ni a extremismos… no tengo pelusa en las orejas ni me aburro demasiado. Y, maldita sea, sí que tengo apetito. Lo que no tengo es ni idea de nada. No es que naciera ayer, pero sí anteayer. Con suerte nos veremos pronto en el otro barrio, siempre y cuando se trate de la que me gusta llamar “muerte dulce”, que no es otra que la del citado infarto sexual. Mierda, y sin sobredosis de Viagra.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Niño... ¿y te preocupas por las viejas? Yo tuve un altercado semejante en la compra el sábado y les contesté con sendas palabras insultantes y en tono amenazador... no me jodas!!

Ven a clase algún día, ninio ;)

Besos a ambos

Peyn dijo...

Almodobar se ha enterado de esto y piensa hacer la versión cinematógráfica... "La mala ancianidad".

Marcos dijo...

Y Almodóvar también, xD.

Peyn dijo...

Do´h!!!!

Marcos dijo...

Por cierto, lástima que ya no esté mamá Almodóvar para encarnar a una de las viejeras... Y hablando de mamis arrugadas sacadas por sus hijos en panorámico, ahí está mamá Scorsese (que no sé si descansa ya bajo tierra) para nuestro deleite en cintas como "Casino" o "Uno de los nuestros".

Marcos dijo...

Oh.