viernes, 21 de septiembre de 2007

lunes, 17 de septiembre de 2007

Maremotos Verbales - Vol.17

En mi casa, hace dos días:


(Llaman a la puerta. Abro.)

SEÑORES DIVINOS
Hola. ¿Lees la Biblia?

MARCOS
No.

SEÑORES DIVINOS
Nos preguntábamos si estabas interesado en el libro sagrado.

MARCOS
No.

SEÑORES DIVINOS
Ya... ¿No eres una persona religiosa?

MARCOS
No.

SEÑORES DIVINOS
Si no es indiscreción, ¿no crees en Dios?

MARCOS
No.

SEÑORES DIVINOS
¿Podrías decirnos por qué?

MARCOS
Fácil. Sólo tengo que echar un vistazo alrededor.

SEÑORES DIVINOS
Vaya... Sentimos mucho que te haya pasado algo... No sabíamos...

MARCOS
¿A mí? A mí no me ha pasado nada. Yo soy un grano de arroz.

SEÑORES DIVINOS
Si te refieres al "mundo de puertas afuera"...

MARCOS
Vuestro Dios es un sanguinario.

SEÑORES DIVINOS
Nos entristece que pienses así. Realmente te interesaría leer la Biblia. Ahí están las respuestas a tus preguntas.

MARCOS
¿Ahí está la respuesta a lo que está pasando?

SEÑORES DIVINOS
Te entendemos. Verás. Nosotros tenemos la respuesta a por qué Dios mantiene esta actitud con nosotros en estos tiempos, y si tú...

MARCOS
Por ahí vais mal. Mirad, no vais a conseguir nada. Lo siento.

SEÑORES DIVINOS
Respetamos tu elección.

MARCOS
Yo también la vuestra, y si me disculpáis...

SEÑORES DIVINOS
Adiós.

MARCOS
Eso mismo.


INFO:
Generalmente nunca abro la puerta, pero esta vez tenía ganas de marcha.
Vendedores de Biblias.
Vendedores de esperanza.
Embaucadores a domicilio.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Compostura

Alzó la mirada y respiró aliviado al descubrir que se encontraba en la penúltima estación de su aburrido recorrido. El pitido que anuncia el inminente cierre de puertas comenzó a sonar, enturbiando la mirada de un par de individuos que corrían a lo lejos. Este no iba a ser su tren y ello siempre da pie a que una impaciente sonrisa pida número. Justo cuando sus comisuras comenzaron a expandirse, la puerta que había a su lado se abrió para dejar salir a un cualquiera. Aquel par de dos consiguió entrar, acalorados por la caminata, y mientras abandonaba el proyecto de sonrisa contempló atónito cómo se colaba tan risueña en el vagón una linda avispa. Unos segundos bastaron para olvidarse de su presencia. Fue entonces cuando, no contenta con viajar de gratis, la avispa tuvo el capricho de posarse sobre el nudillo de su índice derecho. Habiendo notado un pequeño pinchazo, aunque sin identificar el motivo, soltó el periódico sigiloso y trató de rascar la zona del impacto como si de un simple picor se tratara. El tacto de un organismo de vida ajeno le hizo sospechar que por allí andaba algún insecto y por mero instinto trató de aplastarlo cual mosca. Cuando decidió dar con su cabeza el giro oportuno para comprobar de qué iba la película vio que la avispa se encontraba atrapada entre su pulgar y el nudillo. Nuestro héroe, antes que gritar y montar la escena en plan zorri, mantuvo la compostura y cedió en la presión que ejercía el pulgar, logrando así que la avispa cogiera carretera y manta saliendo por donde entró, justo en el instante en que las puertas se cerraban y el metro se disponía a seguir con su andadura.

En cuestión de segundos había pasado de estar sentado plácidamente pensando en la chorrada de turno a rabiar de dolor gracias a un aguijón que giraba adentrándose en su piel, poco a poco, diminuto. No podía creerlo. La voz enlatada pregonaba en todos los vagones el nombre de su última parada a la vez que una avispa moribunda contaba sus últimos minutos buscando desesperada una boca de metro, abocada a una muerte segura.

Ejemplo de avispa cojonera

Mientras el resto de mi figura reposaba tranquila sobre el asiento del metro y mis manos se encontraban ocupadas pasando las páginas de un gratuito, quiso una avispa, más chula que un ocho, dejar su huella en la epidermis de algún viajante descuidado. Aquella resultó ser la primera picadura... Y el fulano, maldita mi suerte, tuvo que tener mi nombre y apellidos.

lunes, 10 de septiembre de 2007

TextoD´sLow

Las relaciones son como el mar: bonitas, infinitas, y hasta te pueden enamorar. Sólo una diferencia parte las similitudes... (amén del sexo, que aunque practicable al son de las olas, nunca se dio el caso de follarse el Mediterráneo, ni cualquier otro) la regularidad.

Al comenzar la época veraniega todo cristo pierde el culo por lanzarse a cualquier costa. Los requisitos son sal y agua, el resto es lo de menos. Por un tiempo se disfruta del ambiente, la humedad, las ahogadillas y chapoteos acompañados de los adorables sollozos de los niños atacados por medusas o que han sufrido la recentísima pérdida del fuerte de arena construido con sus empapadas manos, vivienda temporal de los Playmovils y de algún Action Man. Pero llega la despedida. Es dura, pero normalmente tu bolsillo lo agradece, y esto provoca ciertos momentos de tristeza y nostalgia en el viaje de vuelta, justo mientras ves una panorámica del trocito de tierra que has habitado algunos días con sus chiringuitos, sus olas y sus escenas de topless. Sabes que echarás de menos cada hora pasada, desde la llegada hasta la ida, y también sabes que debes irte. El resto del año, salvando la escapadita del fin de semana libre, el domingo con ganas de hacer kilómetros o al tipo del anuncio de BMW, no lo volverás a ver hasta el próximo verano por lo menos. En el transcurso de esos meses no cambia tu relación con el mar ni tu opinión sobre él. El mar te gusta o no te gusta... tampoco es difícil.

Y aquí entran las relaciones. Nunca he entendido por qué debe existir una relación constante. Es comprensible que la mayoría no entienda este punto de vista, ni que lo comparta, pero tampoco resultaría tan grave como para retirar un saludo que siempre fue tan de agradecer. La amistad tiene sus vaivenes... a veces me paso con los tiempos muertos, supongo, lo que no significa que sienta algo distinto a lo que demuestre.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Un perro andaluz

Un chucho jadea a diez metros de mí mientras penetra con fuerza a su novia, dentro de un corralito de arena cercado. Estoy aquí sentado y no puedo evitar fijarme en cómo se trajina a la perra en un mete y saca asesino y brutal. Uno-dos, uno-dos. Di que sí, perrito.

Salgo de la inopia, miro mi entrepierna. No estoy cachondo. No. Lo que veo en lugar de erección es un tocho bastante contundente de folios manchados de caprichosa tinta en forma de letras. Son los apuntes de mi próximo examen, en este eterno mes de septiembre. Entre otros motivos, he querido venir a este bonito parque a estudiar, en un intento desesperado por que pasara algo, una cagada de pájaro en mi camiseta bastaría, encontrarme con las migajas de un suceder por el camino, cualquier cosa que lograra abstraerme, llevarme a otro lugar, sacarme de la tediosa monotonía... Dormir. Comer. Estudiar. Ver la tele. Cumplir con la agenda del Roca. La mierda de siempre. Y luego cenar, estudiar, ver la tele. Pasar la noche en vela, solo conmigo, el tío más aburrido que conozco. Y entonces busco y buceo, tanteo mi otra mitad, cuento mis pasos, varios en falso, me arrepiento. Y malvivo y malcomo y mal duermo. Dejo a la Luna insatisfecha y le doy un portazo al Sol.

Reparo en el cartel que hay junto a la verja del corralito: un dibujo de un perro echando una meada. En efecto, he ido a parar al típico banco donde los dueños esperan a que su mascota termine de choronguear. No los tengo que buscar, allí están, charlando. Vuelvo al corralito. Miro de nuevo el cartel, perro meando. Alzo la vista. Estos dos no están meando. Lo que tengo delante es una casa de citas perruna. Son un par de perros chingando entre su propia mierda. Pero lo interesante no es que ante mí tenga un espectáculo de parafilias inusitado (zoofilia y coprofilia, al fin unidos), sino el subtítulo que acompaña al dibujo del cartel: ya tienes tu lugar. ¿Se refieren al perro... o al dueño?

Echando mal las cuentas me quedan a penas dos exámenes que pasar, y mi cabeza está a mil kilómetros de aquí, de dondequiera que deba estar. Siempre haciendo las Américas, por una cosa u otra. Y siempre dejándome solo, mirando por ella, tratando de sacar fuerzas de donde no las hay. Fuerzas..., yo, que lo único musculado que tengo en mi haber es mi brazo pajero y una copia en VHS de "Demolition man". Hago lo que puedo. Así que me siento y miro, y no me concentro y escribo. Escribo esto en lugar de estar haciendo mil cosas pendientes en lugar de estar estudiando.

Los chuchos terminaron, empapados en babas y sangre. ¿Pasión o sesión de sado-maso? Se les ve muy contentos, así que puede que las dos. Vuelvo a casa. Todo esto ha resultado ser un gran error. Creo que voy a dormir, desayunar y dormir, habrá tiempo para más desesperación después. Ya me sé este cuento. Mi cuento.

Tu lugar

Y pasan los años y uno no cambia. Y entonces te das cuenta de que eres así. Y cuantas más cosas te propones, menos cumples. Hoy he visto un lugar donde meter a gente como yo.

martes, 4 de septiembre de 2007

lunes, 3 de septiembre de 2007

Quisieron ser del viento

Este jeto no esconde cicatrices.
Por no tener, ni tengo coartada,
ni poso en la memoria, ni varices.
Tan sólo un palco en medio de la nada.

Maldita temporada en el infierno.
Maldigo malvivir haciendo pellas.
Mi vida ya no es vida sin cuaderno,
andando sin dejar atrás mis huellas.

La sombra de un pasado inexistente,
el tono asordinado de mi aliento,
ya no podrán lidiar con mi destino.

Hoy vuelvo a estar anclado en el presente,
palabras que quisieron ser del viento
anhelan iluminar mi camino.