lunes, 31 de julio de 2006

sábado, 29 de julio de 2006

sábado, 22 de julio de 2006

jueves, 20 de julio de 2006

Arenas movedizas

La hora, a la que únicamente tenía acceso vía móvil, jugaba como siempre en mi contra. Durante el camino a casa pensaba en la de cosas que me quedaban por hacer. Un conjunto de camas deshechas y usadas, algunas bolsas de comestibles vacías que tirar o tener que llegar al cierre final de mi maleta eran los temas candentes. Pero la idea de enfrentarme a una imponente pila de platos sucios, perfectamente ordenados por fecha, terminó por acojonarme del todo.

Puede que mi fuga hasta las tierras áridas y oliveras suponga decir adiós a esas tortuosas tareas domésticas que me tenían entretenido sin yo quererlo. Adiós a la lavadora, a los tendimientos y planchajes, a la vitro, al mal comer, a andar en pelotas por la casa haciendo la trompa en cada esquina, a pasar el quitapolvos, a los polvos... Adiós a la ciudad, a la tierna imagen del travesti que se sube en Gregorio Marañón, a las arrojadizas putas de Montera, a los letreros luminosos, a las obras, a las gentes, a mis rutinas rutinosas... adiós a todo. Y como despedida que era, sabía que iba a ser triste. Pero nada de esto me importaba realmente. Más triste aún es saber que dejo coja una mesa, que abandono mis deberes de cama, que por más que quiera no trendré esa pierna rondándome en el cine, que si me apetece tendré que morderme el labio y meter las manos en los bolsillos... que me va a faltar un pulmón, un riñón, un testículo... que valdré la mitad... "No es un adiós, es un hasta luego", dirá mi espejo. "Es un hasta cuándo", será mi respuesta. Si tan sólo hubiera un día estipulado... una fecha concreta a la que agarrarme... Pero no, no hay nada, salvo un mar de dudas. Arenas movedizas donde naufragan mis botas sucias...

Vale. Es de cajón. Me conocéis. Ya me las apañaré para apretar el botón. Tiraré de la cuerda que tenga que tirar, consiguiendo escabullirme, llegar y besar a la santa. Y me sobrará tiempo. Y me moriré varias veces. Pero tengo que hacerlo. Es así. Todo con calma pajera, oído fino y sin excesos mentales. Tratando de no confundir el Paraíso con la casa de enfrente. Vida en familia... ¿Qué es eso? El peligro real de vivir solo es que al final te acaba gustando. Terminas conociéndote del todo, clasificando limitaciones, queriéndote e incluso gustándote. Pero no son cuatro paredes las que te tienden la mano, no... Te tienen que brindar el salpichurri.

Así que allí estaba yo, en Atocha y a cuatro minutos escasos para que llegara mi tren. Tuve suerte. O no la tuve. Cargado con una maleta gigantesca que podría hacer las veces de salita, dormitorio o cuarto de baño en cualquier apartamento, subí a mi vagón, quedándome así sin medicinas y sin UVI móvil. Me esperaba un pesado viaje embutido en un asiento frente a la estampa de una madre dándole cariño a su hijo en lo que acabó resultando ser una escena bastante entretenida. En un momento dado, el niño se estaba intentando quedar dormido. Pero su cabeza no dejaba de golpearse con la ventana. Estaba tan atolondrado que no podía colocarse mejor, simplemente se limitaba a no abrirse la cabeza del todo, por mera intuición. Fue entonces cuando su madre le puso cómodo en su hombro, con la ayuda de una chaqueta imitando la almohada. El niño se relamió inconsciente y metió una mano entre las piernas de su madre. Ella no le quitaba la vista de encima. Sonreía y le tocaba el pelo. El salpichurri de todo, nunca lo puedes conseguir solo.

jueves, 13 de julio de 2006

Piloto

Pasan el tiempo y las penas, los penes y demás. ¿Qué Raulianos planes se cuecen en tu mente? No lo sé. ¿Cuántas cuentas haces al mes? Menos poder tengo de percepción extrasensorial que de triste persuasión.

Nada de amor, por favor... no vayamos a faltar. Ya que la última pieza puede hacerlo estallar.
Chistes malos, desgracias, sin más. Rollo crío, aprende palos y falacias, no está mal.

No perdimos el tiempo, ni tampoco la verdad. Francamente... hubo algo más que sinceridad, conexión, simbiosis, como la quieras llamar. Ciertamente nada dura una eternidad. Pídele cuentas al rey, haz tus maletas y emigra tal como dicta la ley. Tu la propones y quieres que la ejecute, me niego en rotundo. ¿Y quién cojones quiere que le electrocuten?

Nada de amor, por favor... no vayamos a faltar. Ya que la última pieza puede hacerlo estallar.
Chistes malos, desgracias, sin más. Rollo crío, aprende palos y falacias, no está mal.

Vamos agregando nuevos términos a un contrato que con sumo gusto consumí y que con sumo disgusto acepté sin merecer. El resultado es evidente, el hirviente ambiente nos caló. Meses más experto... digamos que al final me lo merezco.

martes, 4 de julio de 2006

sábado, 1 de julio de 2006

El post de la media hora

Tengo media hora para escribir algo decente… Lo dejo.

No. No puedes. Tienes media hora, Marcos… Media hora para escribir algo… mierda, ya te estás repitiendo, como el gazpacho. Nada, que no… Estás violando el mandamiento básico: no escribirás un post sólo por el hecho de que llevas una semana sin actualizar. Estás jodido. Las visitas decrecen y tu verborrea no te da esta vez ni para el café. Han pasado nueve minutos. ¿Qué hago? Mejor lo dejo… ¿Y qué hago si lo dejo? Precisamente estás haciendo esto para estar haciendo algo. NO HACE FALTA HACER NADA PARA ESTAR HACIENDO ALGO. Ahora voy de filósofo. Me aburro… O debería decir “me aburres”. Y tú a mí. Sabes que no. Déjame. A ver… Post, post, post… Ya lo tengo. No, espera, ya escribí sobre eso… Tengo un par de ideas atrasadas, puede que funcionen. Mi lucha con la macro mariposa y la del infarto en el metro. Ya, pero no tengo ganas de escribir sobre un tipo que pasa el rato intentando cargarse una mariposa. Quieras o no ese eres tú. No digo que no lo sea, digo que no tengo ganas. Otro día. Otro día, otro día… siempre igual. Déjame. JODER. Post.

Quince minutos y nada. Qué coño me pasa… Hasta el día cinco puede que atraviese uno de los mejores momentos desde que estoy aquí. Y eso a quién le importa. A mí. No quiero publicar mis alegrías. Mi felicidad me la guardo para mí. Quieras o no con estas líneas ya queda reflejado… Espera… ¿Líneas? Oye, un momento… No irás a decirme que estás copiando toda esta mierda… Mmm… ¿No? Joder. Joder, joder, joder… Eres idiota. ¿Para esto tanta paja aniversarial con tu anterior post? Quedarás a la altura del betún. Y a mí qué me importa. Tienes una jodida reputación que cuidar. Se suponía que tu próximo escrito sería algo grande. Grande los cojones. Ahí está el quick de la cuestión, joder. La cosa… es desconcertar. Ya. ¿Ahora vas de innovador? Tira de ésta. Ya tiraré… hay tiempo para todo. Ahora termina esto. Pon el punto. Como si fuera tan fácil. Esta mierda no tiene ni pies ni cabeza. Ya no me acuerdo ni de cómo empezaba… cómo quieres que así lo acabe. Joder, es sencillo. Punto y final. Mira.

Ya veo. ¿Qué haces? Nada. ¿Nada? Acabas de empezar otro puto párrafo, ¿cómo que nada? Joder… Estoy pensando. Siempre pienso. ¿Qué quieres que haga? Que pienses y no escribas. Pues pon otro punto de los tuyos. No es tan fácil… acabas de empezar un párrafo, ahora hay que rellenarlo con algo. ¿Algo? Pero si en dos párrafos no has dicho NADA. ¡Quieres dejarme!, estoy pensando. Piensa, piensa… Ya lo tengo. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Veinte minutos. Muy bien… ATENTO. A ver… “EL POST DE LA MEDIA HORA”. ¿El post de la qué? De la media hora… Ve tirando de ésta, anda… Calla. Te explico… Un post sobre… Jaja… Es genial… Sobre… todo lo que se te pasa por la cabeza en MEDIA HORA. ¿Entiendes? ¡El post de la media hora! Menuda gilipollez. ¿Qué dices? Es genial. Esa mierda ya estará hecha, además, no me llama la atención. ¿Y por qué empezaste a escribir todo esto? Por puro aburrimiento. No… Te voy a decir por qué… Porque tú, que eres yo, ya sabías de qué iba la vaina. Sabías que querías escribir todo lo que se te pasara por la cabeza en media hora. ¡Vamos! Mira arriba. ¿Lo ves? Escribiste el título hace veinticinco minutos. Eh, eh, no me times. Lo escribirías tú. No me quieres entender… Vale, sí… Muy bien. Media hora. El post de la media hora. Si a ti te gusta a mí también. Pues entonces ya está… Aunque… ¿Qué quieres ahora? Pues… Que esto no es real del todo… ¿Más mierda? No, a ver… Escucha… Esta media hora está condicionada, porque eres tú, sí, pero sentado frente al teclado. ¿Me entiendes? Con un fin. No eres tú en una media hora cualquiera. ¿Qué? Es media hora de mí, no me saques mierda extra ahora. Vale, vale… Sólo intentaba… Sólo intentabas joderla un poco más. Que no, todo es con vistas a que quepa más en el post. Deja de tocarme los tocables, a mí y al público. Cómo te pones… Mira, ponle el punto final y ve sacándola. Paso. Muy bien. Si no se lo pones tú, se lo pongo yo.

¡Treinta! No tenías que decir eso. ¿No? No, joder, otro párrafo no…