No sé por qué demonios, ahora que aparecen unos lejanos síntomas de resfriado en mi ajetreado organismo, el agua de la ducha parece salir más fría que nunca. Y mientras me jabono entre lágrimas oigo el murmollo de los tertulianos radiofórnicos (qué ganas de apagarla, pienso). Decido cortar de cuajo con la tortura que está significando ducharme con agua que no llega a calentar lo suficiente y busco desesperado mi cálido albornoz, pero no es mi día, todo parece recién salido del congelador. Agito con desenfreno la toalla en mi pelo con la intención de secarlo y al mismo tiempo despertar mis amodorradas ideas, pero me quedo sopa con la cabeza entre las rodillas (ya va haciendo falta limpiar este jodido suelo, me sermoneo al recobrar el conocimiento).
Bien: hora de los potingues. Considero que es el momento idóneo para ver, o mejor dicho escuchar qué se cuece en la emisora que tenía puesta como banda sonora de fondo. Y... cuán grande es mi sorpresa, queridos tusas, al comprobar que la sintonía que hacía acto de presencia en aquel preciso momento ¡era de la COPE! Válgame el señor (nunca mejor dicho...). Si viérais a un servidor salir corriendo medio en pelotas a apagar semejante aberración para el oído habríais muerto de la risa seguro. Pero tranquilos, no nos pongamos nerviosos... Resulta que yo la radio sólo la empleo como mero instrumento abreojero mañanero. Ningún día había coincidió que aguantara con ella encendida ni cinco segundos y no sabía que la ruedecita la tenía en aquella odiosa frecuencia.
Menudo fachoso y religioso susto, amigos. Ruego no me lo tengáis en cuenta... No volverá a pasar... Seguid leyéndome, por favor...
"...será el café, será la tostada,
será la mantequilla o será la mermelada,
el periódico quizás, quizás sea el crucigrama,
el susurro de la radio, el chin chin de las cucharas..."
2 comentarios:
Vigalondo powa
Es el rey.
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