La sociedad de los escaparateros es muy extensa, siempre hay alguien que se presta a mirar alguno por el simple hecho de mirar. Es como buscar un rollete en un botellón, te hartas de mirar, por todos lados, pero al final no te llevas nada a casa. Siempre está el típico colectivo en el que me incluyo, que fantasea con comprarse miles de cosas, a cada euro en el bolsillo, más caro es aquello a comprar... Es algo inevitable, un impulso diría yo. Sin embargo, o por lo menos es lo que a mí me ocurre, siempre que voy a buscar algo que necesito, no está, no queda, o simplemente ni lo miro porque no lo recuerdo. Pero lo curioso es que en mis extensos paseos por la ciudad, y sin intención de comprarlo aún... ¡había! ¿Qué hacen con lo que se quiere comprar?, ¿lo esconden cuando se enteran de que hay alguien que lo quiere?... no lo entiendo. Aunque si el universo que envuelve los escaparates es muy extraño... entrar se vuelve en algo insólito.
¿Quién no ha hecho alguna vez sus veinte minutejos esperando en una cola? ¿Y unas horillas en alguna tienda buscando algún regalo adecuado? ¿A quién no se le ha colado alguna adorable ancianita con la excusa de hacer tan sólo una pregunta y no comprar? Todos sufrimos alguna vez estos percances... y los que nos queden por pasar.
Que disfrutéis al pasear, y si os aburrís por el camino ya sabéis, están ahí para mirarlos... otra cosa es comprar.
1 comentario:
No se puede entrar a la Fnac sin salir con tu bolsita... No se puede... No, no, no...
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