martes, 14 de febrero de 2006

Venganza

Es al recibir ese daño que tanto te marca cuando te dices a ti mismo que con la misma moneda has de pagar el hirviente café derramado sobre tu entrepierna... A partir de ese momento ves las cosas un tanto diferentes. Quieres aclarar las cosas, quieres lavarlas con lejía y ya puestos, embadurnar los ojos de quien hizo uso de jodienda con el corrosivo producto en cuestión. Esperas con más o menos paciencia a que ese momento en que lanzarte a su yugular sea el más propicio. No lo consigues, y cuando has tenido oportunidad, casi mejor dejarlo para otro momento, uno en que hayas traído el escroto y sus dos protuberancias contigo.

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