lunes, 6 de febrero de 2006

"El día que nevó"

Me acosté haría un par de horas antes de las tres y media... la hora a la que me levanté. Con un sueño de cojones y miles de palabras sin sentido rondando por mi cabeza, mientras me duchaba todo lo rápido que podía pensaba cómo eran las raíces cuadradas, porque ya no lo recuerdo. Unos minutos más tarde, con un frío de cojones puesto que, oh, sí, casualidades de la vida, dejó de funcionar el agua caliente mientras me enjuagaba. Me puse a vestirme. Ya no cabía ni un ápice de sueño en mis ojeras, el frío me espabiló notablemente a la par que endureciera los pezones tanto como para poder taladrar cualquier pared, por no mencionar los genitales.

"Me cago en la puta, como llueve" -pensé al llevar un par de minutos en la calle, ya que justo cuando la pisé dejó de chispear y comenzó a diluviar. Como me gusta la lluvia, tampoco puse pegas, pero es cierto que como la veo poco, cuando llueve demasiado empieza a tocarme los cojones.

Unos diez minutos después ya asomaba mi cabeza por el hall del instituto, eran las cinco menos veinticinco pasadas, casi menos veinte... llegaba tarde. Me excusé como pude, alegando que mis deportivas son como yo en lo que a agua respecta: a mí me la pela que llueva, y a ellas les resbala, con lo que los amagos de caída suelen ser habituales. Me pusieron retraso igual. Llegaron las 7:30... por fin, el recreo de 15 roñosos minutos. ¡Vamos a fumar!, que tengo un monazo del copón -se oyó decir... Y todos a ello como borregos, aguantando el chaparrón antitabaco, literalmente. Como precaución lluviosa siempre llevo una gorra en mi cartera. Aquel día no sé cómo hubiera sobrevivido sin ella... no soy nadie sin mi cigarro entre esternón y espina dorsal. Pero existe un riesgo: Todo fumador comete el error de bajar la mano que sostiene el cigarro de cuando en cuando, y si llueve la jodemos. Muchos cigarros acabaron empapados sin más solución que la extremaunción. Otros tantos pudieron ser recuperados mediante mecherazos para secarlos con eficacia, por los pasillos en los que no nos vieran (la ley antitabaco es cruel).

Un par de horas después recibo el mensaje de los viernes de Juan. Yo la llamo "la charla del gasto absurdo", por el simple motivo de que los mensajes, cuando no la conversación telefónica, consiste en que él me dice que han quedado a las diez, y yo le respondo que salgo a las diez y media, que lo llamaré y que tenga el móvil encendido. Esto lo llevamos haciendo desde el comienzo del curso. Un rito más. El día que relato, se me olvidó contestar a tiempo, y llamé algo más tarde de las 10 diciendo eso, que salía a las diez y media. Mi memoria es lo que tiene. No varió demasiado la conversación... Al final me dijeron que los buscara en dos locales. Donde no llueve... cabrones (con cariño Juan, sin exaltaciones).

Llega la hora de salir, todos estamos felices y contentos, hemos echado más horas que un reloj con el MS-DOS escribiendo como cerdos algo similar a código para la creación de un... "programa". La luz se fue a tomar por culo, sólo yo me quedé sin mi trabajo. Ya no estaba tan feliz.

Salgo bajo la lluvia sin más protección contra las suicidas gotas que mi fiel gorra... empapada a los dos minutos a la exposición de tal hidrocidio. Mientras subo por la infinita cuesta, voy pensando a dónde ir primero... ¿Estarán en el local A, o en el local B? Y dí con mis huesos no en cualquiera de los locales, no, sino contra un puto coche. Pisé una superficie traicionera, y mis zapatillas cedieron sin dudar. No caí, estoy orgulloso de ello.

Llego al local B, sin pasar por ningún otro antes. Entro tímidamente, esquivando camareros y alguna señora con un carrito para bebés que salía, sin bebé, dicho sea de paso. Veo la cabeza de Juan, la de Tere y después, tras la columna, la de Lourdes... menos mal, no la he cagado. Comimos tan felizmente, disfrutamos de un buen rato de charla tan agradable como suele ser costumbre. Fue entonces cuando llegó el momento Juanesco de echar cojones: "Bueno, ¿dónde vais a ir?". Perplejo a la vez que asombrado pregunto: "¿Cómo que dónde vamos... y vosotros?" y esto dio lugar a una curiosa mini conversación.

Juan:
No, bueno, quiero decir que a dónde queríais ir ahora.

Yo:
Ah, cojones, es que dices las cosas de una forma que...

Juan:
(Risas) ... sí.

Yo:
(Mirando/preguntando a Lourdes) Pues... ¿tetería?

Lourdes:
¡Vale! Me motiva.

Tere:
(Echando los huevos que Juan no...) Bueno, es para que no vayamos al mismo sitio... (Descojone puro y duro entre Juan y Tere).

Lourdes:
(Riéndose en plan "jojo... que gracioso...").

Yo:
JAJA... sí.


Y bueno, tras una cháchara tertulianera acerca de la cutreza que rodeaba la situación, mencionando algunas palabras como abandono, pagamos, salimos a la calle y de dos en dos marchamos por direcciones diferentes.


Una vez ya en la tetería con Lou, hablamos durante un buen rato que se podría traducir al cambio como unas dos horas y media o tres. Pero fue cerca del final de la etapa teteriosa (mis-teteriosa, jaja, lo cogéis?, lo cogéis??) cuando la nieve hizo aparición en escena. Era poca, era fría, era blanca... era nieve, estaba claro. Aunque no tanto para un buen hombre aficionado a la bebida del que trataban de deshacerse los camareros del lugar. El tipo en cuestión anunciaba a los cuatro vientos que era una maldita broma, obra de unos malvados chicos que lanzaban kilos de papel desde los tejados de todo Jaén. Era un jachondo, pero un borracho también, lo que puede causar no sólo que diga tal gilipollez hallándose justo bajo la nevada, sino que además, se lo crea.

Ya merodeando por la zona de la tetería, Lou destacaba su baja temperatura entre parón y parón de nuestra charla raíz, que aún seguía (no nos cansamos, es algo digno de ser vivido). Decidimos entonces ir a nuestras casas, pero tengo la costumbre de acompañarla y seguir con la charla unos minutos más, aunque luego acaben siendo unas horas.

Llegamos a su barrio, completamente nevado. Joder... estaba cuajando y nevaba con algo más de fuerza desde minutos atrás. Nos acomodamos en la entrada a su portal, dejando chaquetones, guantes y etc. donde pudieran escurrir levemente, pero con las prendas básicas puestas, eso sí. Como dije antes, horas de charla pasaron ante nuestros relojes... ella debía dormir, y yo tenía que volver a mi casa para seguir con mis cosas. De forma que decidimos que era hora de partir. Hasta la próxima -nos dijimos. Muy buenas, señor hostión -pensé conforme andaba.

Si sobre agua resbalaban las deportivas, haced cuenta de lo que pueden llegar a escurrirse teniendo en cuenta, además, que tenía que ir por callejuelas recónditas donde las cuestas hay que subirlas con mosquetón y cuerda. Andaba algo así como alguien que tiene un problema testicular... una escocedura cualquiera de alta gravedad, o almorranas en plan masivo. Cada paso era una jugarreta, una técnica de esquive al esguince o a la rotura de algún hueso. Tardé más de lo habitual para llegar, pero al final lo conseguí. Aparqué en la puerta de mi bloque lo que se tarda en coger las llaves y me adentré en la oscura recepción. No había luz, ni por mi calle tampoco, recordé. Se habría jodido algo y yo sin enterarme... mi ordenador probablemente se habría jodido si fue un subidón de tensión. Me cago en la mierda. Pero al llegar a casa, voy a mi habitación... y ¿qué me encuentro? Pues el ordenador funcionando. Miré si lo hacía correctamente o es que iba a arder en cualquier momento.... Decidí acostarme al ver que sí funcionaba, flipándolo, claro. Al día siguiente, preguntando a la vecindad, resultó que se jodieron las luces de todo el barrio, a excepción de algunas habitaciones sueltas... Puta suerte, amigos.


En fin, este fue "el día que nevó", mi día al menos, quería contarlo pero se me olvidaba la idea... la memoria, como siempre.



Entre pitos y flautas, con la lluvia, se me mojó la ropa... no saqué el tabaco del bolsillo y... a tomar por el culo se me fueron unos cuantos. Aún guardo uno de ellos en su caja. No acabó su vida empapado, ahora lo hará ardiendo entre mis labios por las aceras...

3 comentarios:

Peyn dijo...

...de Jaén

Marcos dijo...

Esto... sí.

Vaya, yo que me vengo a Madrid para ver si nieva me como una ñorda pinchada en un palo con cuchillo y tenedor, y vosotros, oh, jiennenses míos, véis nevar en plan masivo... No es justo... Pero en fin, otro año haré ese ángel en la nieve. Muy buena esa longitud postera extra, Payne, quién te ha visto y quién te ve, si lo sé te lo propongo antes, jachondo.

Ah, y... "Nos teniamos que ir, para apovechar y hablar de nuestras cosas"... Juan, ¡eres un CACHONDO! Jaja, muy bien. Si me han dicho que no podías casi ni andar de lo que te pesaba la polla... ¡Trípode! ¡Que llevabas los cojones en una carretilla! Tunante... En plan sano.


PD: Payne, cómprate unas zapatillas nuevas. En serio... Esas pateras danzantes no te favoecen nada. ¿Quieres dinero? ¿Lo quieres? Estoy hablando contigo, tioooOoOoOOOo...

Peyn dijo...

Joder, siento dentelladas en mi yugular cada vez que escribo. Iba sin malas, joder, Juan. No creo que se aleje lo contado de lo vivido.

Lo que dices de la fusión es cierto, mezclé los dos dias... lo de la busqueda fue este fin de semana. Y... Juaneto, no es que llegue tarde, es que salgo del instituto a las 10:30... no me da tiempo. Conste que en absoluto desprecio esos mensajes tan bonitos que me envias. Te besaría, pero temo una respuesta fisico-violenta de Tere.



PD: Marcos lo sé... "Quieres ver las que tengo...? quieres verlas...?"