miércoles, 18 de enero de 2006

Una de despotismo

Ésta es buena, amigos. Quedáos con esta cara:

Hotel Silken Puerta Castilla
Torres Kio. Ya sabéis: / \. Justo al lado asoma la fachada del vigoroso edificio donde está el Hotel Silken Puerta Castilla de cuatro estrellas (no tres ni dos, sino cuatro: ****). Al lado estoy yo, solo, con un móvil totalmente descargado en la mano y un cargador en la mochila. Bien, ¿estamos situados? Pues al tema.

Diez y media de la noche. Pese a que dicho hotel está pared con pared con mi McDonalds favorito decido llevar a cabo mi hazaña con el robusto edificio; las letras gigantes iluminadas con el nombre del hotel me daban sensación de calidez y comprensión. Aposté por ellos. Pero aún no tenéis ni idea de lo que va todo esto... Os daré lo que queréis. Pues resulta que tenía una llamada pendiente de hacer. Mientras hablaba, unos minutos antes de quedarme quieto ante aquella fachada, la batería de litio (yo me cago en el litio) me dejó en la estacada y quería acabar esa llamada. Podría haberme ido a mi casa (tardando una jodida hora) y seguir allí, pero como os digo el hotel me hizo un guiño. Así que tenemos un hotel, un móvil descargado y una llamada pendiente.

Entro al Silken Puerta Castilla por su puerta giratoria. El lujo me desborda (un servidor está acostumbrado a hostales de mírame y no me toques). En la recepción hay un par de atractivas El escenario del crimenmuchachas, bañadas en maquillaje y vestidas de uniforme. Me dirijo a ellas. En mi corta andadura reparo en que hay un enchufe vacío a mi derecha, empiezo a jadear y llego a la recepción. Ocultando la baba con el brazo, entro en acción:

MARCOS: Por favor...

Una de las chicas de uniforme me contesta empuñando una dulce sonrisa. La llamaré amistosamente Zorra Nº1.

ZORRA Nº1: Sí, dígame.

MARCOS: A ver... Resulta que me he quedado sin batería, y era una llamada importante. Me preguntaba si podría usar alguno de sus enchufes para poder cargar el móvil. Será sólo un minuto.

Me pongo la cara de perro degollado. Nunca falla.

ZORRA Nº1: Pues... Sí, claro. A ver, dónde hay uno...

Me hago el longuis como buscando, aunque lo tengo calado desde que he entrado. La chica de detrás hace su intervención estelar:

ZORRA Nº2: (Mirándo el rodapié de detrás del mostrador) Por aquí no hay nada...

MARCOS: (Cara de sorpresa) Aquí, aquí hay uno libre.

ZORRA Nº1: Ahí lo tienes.

De entre las sombras emerge la figura de un tipo bonachón, con bigote, edad y barriga abundantes. Le llamaré amistosamente Doberman.

DOBERMAN: (A la Zorra Nº2) ¿Qué quiere?

La chica cuchichea con el viejeras.

MARCOS: (Al Doberman) Sólo buscaba un enchufe. Aquí hay uno. ¿Puedo usarlo?

DOBERMAN: ¿Está usted alojado en el hotel?

MARCOS: No.

DOBERMAN: Entonces no.

MARCOS: Es importante. Y sólo sería un minuto.

DOBERMAN: ¿Está usted alojado?

MARCOS: Que no.

DOBERMAN: No puede usar ese enchufe.

Me quedo de piedra, con el móvil en la mano y junto al mostrador. El capullo en cuestión se da la vuelta y vuelve a las sombras, la Zorra Nº2 se había esfumado previamente y la Nº1 vuelve a sus asuntos. Yo sigo allí, digiriendo el picatoste. La sonrisa de esa chica era simplemente un vago recuerdo, y mientras la observo noto cómo esquiva mi mirada escondiéndo sus sonrojadas mejillas entre los papeles. Salgo de ese cubo de basura.

Cierto es que mis pintas de indígena ruandoso no ayudaban en el conflicto, pero no salía de mi asombro. Aún con el suceso caliente en mi cabeza decido tomar el metro y terminar la llamada en mi casa. No sin antes jurar venganza a ese Doberman, a esas zorras, a la política del Puerta Castilla y a la santísima puta que los parió a todos.

4 comentarios:

Priscilla Demonio Azabache dijo...

Hola: pues me gusto vuestro blog, ta rewueno. Y ustedes tan relindos.
wuena onda pa' los dos. :)

Marcos dijo...

Hey! Gracias Nikita, igualmente. Se hace lo que se puede... Le echaremos un ojo a tu blog. Tú también estás rebuena, :)

Peyn dijo...

Gracias por el agradecimiento. Agradecemos que nos agradezcas. Un abrazo y gracias.

Marcos dijo...

Sí, procuré relatarlo de forma peliculera para darle más emoción de la que tuvo. Aunque todo lo escrito pasó. Describes mis pintas a la perfección.

Estoy de acuerdo con que cada uno gestiona su empresa como le da la gana. Pero si alguien entra pidiendo por favor un enchufe, durante sólo un minuto, y diciendo que es "IMPORTANTE"... Joder, se podía estar muriendo alguien, o podía haberme quedado sin blanca en mitad de Madrid. Lo menos que podían hacer es dejarme el maldito enchufe. Que se veía cómo sudaban dinero por la frente. Incluso diría mucho de ellos haber tenido ese gesto. Además, lo dijo con desprecio y me dio la espalda. Un simple "lo siento, no me está permitido... comprendame" también lo habría aceptado.

En fin, ahí se pudran. Os recomiendo cualquier hostal de Moncloa, que los hay muy baratos.


PD: En mi casa siempre se ha refugiado todo tipo de ganado.