domingo, 29 de enero de 2006

Suma incontinencia

Madrid. Gente. Mucha gente. Y en un paso de peatones estoy yo, junto a diez o quince personas, esperando a que el muñequito rojo se ponga verde cual manzana. Era tarde, y mi sonrisa en la boca anunciaba una noche tranquila y sosegada. Lo que no sabía es que mi cabeza estaba a punto de archivar un momento asombroso que nunca olvidaré..., mientras me acuerde. Pero volvamos al paso cebroso. En la espera hago un escáner de mis compadres cruzadores. Bien... Todo parece normal. Todo excepto el señor que tengo a mi derecha... El tipo, de unos cincuenta y muchos, con panzón y chupa negra, no para de gemir y dar saltitos tocándose el paquete, me recordaba a mí en momentos de orgasmo o de excitación cinematográfica. Pero no, era más exagerado, sobreactuaba, y no doblaba aparentemente los dedos de los pies hacia dentro.

El semáforo parece no ponerse verde nunca, y el hombre no cabe ya en su desesperación. Da mini-giros sobre su eje, se retuerce la zona pollil, resopla por la boca y la nariz lanzando entrecortados ah's, uy's y oh's. Sus ojos desorbitados buscan un sitio apacible, y cuando al fin lo encuentra se dirige hasta allí: el palote de al lado del cruce... Amigos... ¡Amigos...! Debía tener un balón medicinal por vejiga, porque allí está él, sacando su miembro viril y dibujando en el aire una perfecta parábola uniforme de orina. Mira al cielo. Mientras mea, escucha el pitido del semáforo abierto. Guarda su pene mojando parte de la indumentaria y cruza desesperado, pasando del trote al galope. Pero sigue sufriendo a cada paso, y nada más llegar a la otra acera vuelve a sacar su empapado soldadito en busca de otro discreto sitio donde orinar: el cartel de publicidad junto a la boca de metro. Cumple con su ritual y mira al cielo, pero rápidamente interrumpe de nuevo su desaloje vejigal, guarda su mini-yo y continúa corriendo calle abajo...

La gente procuraba mirar hacia otro lado, escandalizada, pero yo no podía. Estaba allí, perplejo, privado de toda capacidad de raciocinio, en el mismo sitio donde esperaba junto al personaje a que se abriera el semáforo. Era demasiado fuerte como para ser obviado. ¿Tendría un problema vejigoso? ¿Mucha prisa? ¿Iría a un sitio desprovisto de servicios? ¿O simplemente tenía un problema vejigoso y como tenía mucha prisa decidió mear en un sitio desprovisto de servicios? Maldita sea, aún lo veo correr entre gotas amarillas, subiéndose la bragueta y esquivando a la gente mientras dejaba atrás un rastro de inequívoca orina...

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Yours TagBoards have fallen is deuse

Peyn dijo...

Tu puta madre.

Marcos dijo...

Yo me meo... en to me meo.

Anónimo dijo...

Yo a este le meto dos YOYAS... que lo pongo mirando para Albacete.

Marcos dijo...

Este post lo disfrutaría en alto grado la Merche Milá y sus incontinencias lavabo-furtivas. Alcachofas que invitan a la lluvia dorada antes que a la orgásmica... Una profesional de la orina, amigos meones de SDA.

Y puestos a comentar postes (¿alguien se acuerda de lo que era eso?), ¿cual es el sitio más raro al que os ha arrastrado vuestra incontinencia meadora?

Anónimo dijo...

Ay....si yo os contara!! Si yo hablara de mi incontinencia...Viva Pepe!!!

Anónimo dijo...

Viva las Chonis como yO!

Quien no haria lo del pobre hombre? cualquiera en su situacion haria eso mismo, cuando uno no se puede aguantar, estas en una gran ciudad que ni dios te conoce, y la suda aunque se cuaje del frio lo haria.

PD: fuera los tres reyes magos!

Marcos dijo...

Yo no digo que lo desapruebe, a fin de cuentas me la pela, y si estaba muy necesitado... pues olé su uretra. Ahora, que... yo sería más curiosón y buscaría una esquina digna de mi pene.

PD:Me meo en los reyes magos.