
Marks: El original te lo doy, tusa. Ese te lo dedico.
Las cosas no suceden por azar, no al menos la mayoría. En la vida no todo es un gigante parchís dictatorial en el que debes contar veinte si te comes una. Ni nos regimos por dados, ni los lanzan los dioses en cubiletes.
Soy el pringao de cada esquina, el albañil que no lanza piropos, el acusica que nunca señaló, el cuenta cuentos sin libro, el fan sucedáneo de sabina sin rimas ni Whisky.
Soy memoria escasa y turbia, soy dolor indefinido, soy despojo de formas parecidas a terceros, soy un par de ojos que quieren ver futuro, soy un cerebro que piensa mal, y a veces demasiado.
Soy quien ha vuelto a perder sin empezar tamaña partida, soy un tú, pero sin dios. Un yo, con esperanzas. Un alguien con desgana, un algo repulsivo.
De recuerdo y como prueba quedan un par de canciones, unas fotos perdidas, y los "Te quiero" almacenados en el primer cajón de la alacena… para comerme alguno de los que no me diste, cuando me falten las fuerzas.
Es todo como un eco que se lanza con fuerza, solo que recibes lejanas imitaciones de tu voz, notando que cada vez, la voz suena menos. Y en unos segundos… muere.
Con este cigarro quemandose entre los dedos propino a mi cabeza otro golpe, otro giro de guión. Una provocación maniquea para el Euskaltel que más quiero, con estas ropas, las que peor me sientan… con este escrito sin sentido o con las imágenes que puedo ver tan solo yo. Prefiero ante cualquier otro rompecabezas, acabar este puzzle de compuestos infinitos que nunca cobra forma. Tan solo pido que me arrope el frío mañanero y de regalo me preste por un tiempo un constipado que me tenga en cama, una fiebre que adormezca los sentidos y tiriteras para aprender a erguir un pulso inamovible.
Suelo pensar que no expreso lo que quiero con palabras ni con lápices y por mucho que me esfuerzo solo digo estupideces. Suelo pensar que soy una historia mal contada, un cómic sin portada, una caja de zapatos que no guarda nada. Suelo pensar en querer, amar, desear, y nunca acabo. Suelo pensar en Vicodina, en el dolor, en la apatía. Suelo pensar que tengo mala suerte, que he perdido el tren, la parada, la estación y sus vagones. Suelo pensar en la sombra de la esquina, en la letra de canciones. Suelo pensar que soy una gran mina sin carbón y que cada vez que quieren sacar algo me tachan de cabrón. Suelo pensar y en nada quedo, suelo hacerlo, y a pocas conclusiones llego. Suelo pensar que pienso, y que luego… existo.
No es lícito medir la envergadura
Del barco que navega en nuestros llantos
El mismo que encalla en Extremadura
El mismo que ha vivido ya unos cuantos
No quiero compartir esta amargura
Ni admitir que fueron míos los tantos
Que dieron con tu pie en la sepultura
Por no saber mirar por tus encantos
Y si esta puta piel me representa
Es justo que quieras pedir la cuenta
Aquí nadie obligó a firmar contratos
La Trina, aquella rama, el “tremendito”
Mi guitarra entonando la de Fito
Van a hacerme romper todos los platos
Por unos instantes pienso en todo lo que he vivido, pasan imágenes de algún videojuego interactivo en el que todo mínimo detalle cuenta haciéndome ver las equivocaciones cometidas, los errores que no corregí.
Me juega una mala pasada la memoria y todo para de repente. Acabo de darme cuenta de algo: No recuerdo quien soy durante un leve instante. No me alarmo, sé donde estoy, y la inmensidad de papeles y post-its con anotaciones escritas con lo que pienso que es mi letra, van dándome algo de lucidez. Ya soy yo de nuevo, sé quien soy, cómo soy.
Abro los ojos, ya he despertado. Estoy inmóvil sobre la cama. Miro a mi alrededor y no sé donde estoy, esta no es mi habitación… es demasiado blanca, no hay un solo póster, está limpia. Levanto la cabeza y miro hacia todos lados. No entiendo nada, no comprendo lo que ocurre. Quizá haya perdido la cabeza, quizá haya olvidado cómo usar mis propios sentidos.
Veo una sombra. No es mía, no corresponde a mi inseparable cuerpo. Se mueve y contonea sinuosamente, quiere atraerme. Noto que me fallan las fuerzas y cierro los ojos aunque no quiero.
Estoy ciego, no veo más que oscuridad, ahora solo escucho sonidos estridentes, gritos. Eso es bueno, no he perdido la cabeza del todo, sé usar mis sentidos. Solo he perdido la vista. Noto como mis párpados recubren cada pocos segundos los ojos que me sirvieron fielmente. Mi audición es perfecta, mi olfato detecta un aroma… frambuesa. Es un olor tan dulce que casi resulta vomitivo. Mi tacto, no puedo moverme. Pruebo a mover los dedos de mis manos y hay suerte, noto algún tipo de tejido, no es de ninguna sábana. No estoy en una cama. ¿Dónde cojones estoy?
Hago esa pregunta un par de veces para mí mismo, la tercera vez la susurro. No obtengo respuesta.
Puedo moverme, me estoy moviendo y no me duele nada. Me siento sobre la superficie en la que estoy, no puedo colgar las piernas. Se me olvidó que esto podría no ser una cama. ¿Suelo de tela…? ¿Donde cojones estoy…? Noto una presencia muy cerca. Estoy atento a cualquier sonido, preparado para lo que sea. Siento en la cara algo extraño, un cosquilleo. Llevo las manos a la cara. La estoy tocando, pero no la siento. No entiendo nada. Y no dejo de pasar mis manos por aquella piel hasta que alguien para mis manos con las suyas. Ahora son sus manos quienes tocan mi cara, ahora siento mi cara, siento las manos de algún desconocido. Me tranquilizo. Mis labios. Joder, me están besando. Parpadeo una vez más. Parpadeo otra. Veo una chica desnuda que me besa. La veo en tercera persona, como si lo grabara en vídeo alguien con vocación de director de cine porno casero. Se separa de mí unos centímetros. Ahora lo veo todo desde mis propios ojos.
Estoy preparado para todo, excepto para esto. Hay alguien encima mía, una chica. Me gusta su pecho. Miro hacia todos lados mientras la chica se va echando sobre mí. No entiendo nada. Un momento, siento dolor… tengo algo que me presiona el pecho, un puto cuchillo. Está a mi izquierda y sangra más de lo que me gustaría. La cara de la hermosa chica ahora se torna con gesto sádico. ¿Por qué así? ¿Por qué ahora? Noto una textura extraña con los dedos de las manos. La noto fría… ¿Suelo de tela…? ¿Dónde cojones estoy…?
He muerto, y lo sé porque dejé de notar los latidos de mi corazón hace un rato. Dejé de ver casi al mismo tiempo. ¿Quién soy? No recuerdo mi nombre. Todo es absurdo, demasiado surrealista.
Lo único que digo es que no puedo seguir, me impide la moral con su cojera y dolorida quijotera proseguir con tal empresa. En quiebra, así salgo por la puerta. Con los bolsillos y el corazón vacío, dolorido tanto como Adán y Eva al ser expulsados de su paraíso, justo al verlo perdido.
Paso ya de tu presencia no existente y aún así persistente en esencia. Me dedico a la rima fácil y cutre, donde me dejan estar sin molestar. No incordiar es la única regla de mi infierno personal.
Me mandaste por correo a una dirección desconocida y llegué, ahora pretendes que al salir ni tan siquiera me queje al poder respirar tras tanto tiempo pasado encerrado en ese cajón gris y no tan feliz como pensabas.
Con su premio de consolación, salpica la vida con sus trocitos de mierda. La felicidad está en ése pozo de gozo situado a lo lejos, cegado himen mediante para que nadie caiga hasta que deba caer. Es la vida, violadora en esquinas, folladora profesional, puta específica en ciertas fantasías… especialidades a la carta sin destino, solo nombres. Coprofilia que huele demasiado, Gang Bang que te ciega y ahoga, Cream pie húmedo y jugoso, Gagging que te hace escuchar el palpitar de esa polla en tu garganta, pero en fin, ya me entiendes, te quiere follar como un animal, doggy style puro, versión anal. La vida vive sin sexo, usa los juguetes disponibles: te lo hace por sorpresa. Intenta joderte, abrir tus nalgas y penetrar a lo más hondo de ti sin temor a dolores o quejidos… cuantos más mejor, firmar con su marca los cuerpos con cicatrices y lograr que no se borren.
Pero cuidado, si ves que la vida se corre, gozando de ese acto envuelto en masoquismo… simplemente pon cara de circunstancia, cierra los ojos y espera que llueva alcohol metílico. Descifra el algoritmo. Luego límpiate la cara, déjate llevar y reza porque no le dé por fumar. Peor es si incordias en tal acto a la vida, puede matarte al instante y ahogarte en saliva. Y si por casualidad le caes bien recibirás un consolador como regalo, resultado de la creación en metáfora.
La vida es muy puta y bien lo sabes, una zorra que como el azar, echa los dados a ver que sale, a ver que toca. Déjala que escupa, suba a su altar y se confíe al hacerlo en tu boca. Confabulemos contra ella, desconfiemos de la misma. Haciendo mella en su caprichosa voluntad sin piedad y con más pene que gloria.