lunes, 18 de septiembre de 2006

Fuera de servicio

Junto a la boca de metro de Fuencarral un tipo de gafas se desploma ante la atenta mirada del gentío que se movía en la mañana del viernes. Se encuentra besando el suelo, inconsciente, inmerso sin quererlo en lo que parece ser una imitación barata del sueño eterno. Los del bar de la esquina acuden a socorrerlo arrastrando una clara actitud agria, debida, probablemente, a verse obligados a soltar la cerveza del piscolabis en la barra. El tío no reacciona por mucho tortazo sutil propinado. Sí, una escena dramática, pero ello no impide que yo siga retransmitiendo mi jugada examinosa del día vía telefónica. Unos golpecitos más tarde, la expresión de la cara del tal señor parece que vuelve en sí. Coge sus papeles y se incorpora, sacudiéndose el polvo cosechado. Los del bar ya conocían al amigo, se nota por el trato. Le dan una palmadita en el hombro y vuelven apresurados a por sus frías cervezas, dejando al individuo moribundo en mitad de la plaza y excusándose al viento. No para de decir “me ha dado una crisis, una crisis”. Un caso. Pero el caso no es ese.

Con el deber cumplido, mi letargo se adelanta unos cuantos días. Pero la piel resentida, una extraña manera de segregar saliva sin descanso y el atropello de mil pensamientos desordenados y sin número no son mis principales preocupaciones… Quién iba a decirme que tras meterme en aquella boca de metro mi apetito por escupir palabras a un teclado se vería redimido sin previo aviso, empujándome a un callejón sin salida. Desde entonces he tratado de buscar una salida, creedme. Y no la he encontrado. Sólo sé que he de reorganizar mi cabeza. Que no puedo escribir más batallitas, ni quiero. No durante una temporada. Simplemente no tiene sentido. No cuando se trata de contar mis andanzas barriobajeras, porque el barrio más bajo que conozco es el quinto piso en el que habito. Y ya que antes que la retirada prefiero el asentamiento momentáneo, diré que antes que el adiós he preferido abandonarme a mi suerte con un papel y un boli, nada de ordenadores, en medio de ningún sitio… para intentar rimar, en la medida de lo posible, lo que me ronde por el glande.

Así las cosas, no volveré por estos lugares salvo para publicar morcillas rimadas que a nadie interesan. No es que sean estos los mejores tiempos para ir por ahí regalando versos. Ni son deseados ni son mis artes tan avispadas. Pero no hay tu tía ni la mía. Es o esto o nada. Y puesto que aún gobierno un algo, alguna parcela de lo mío, desde este post maloliente dejo patente, muy a mi pesar en el fondo, mi cese escriboso durante un tiempo indefinido. Cierto es que hay tiempos más largos que otros… Tened por seguro que trataré de violar mi condicional pronto. Esto, al fin y al cabo, no es más que un volunto voluntoso generado por la confusión que llevo arrastrando desde hace ya semanas, unida a una nada desdeñable falta de interés por mí mismo. Pero no quiero atormentaros ni obtener un pase gratuito de psiquiatría ciberespacial… esto es lo que es, y punto.

Vosotros me entenderéis cuando os diga que ni los cosechados “éxitos” (por llamarlo de alguna manera) estudiosos me dieron esperanza alguna ni hicieron cambiar los sondeos anímicos de mi persona. El mejor plan no era andar tirado de aquí para allá, viendo cómo Paul Allen muere de un hachazo en la cara en “American Psycho”, o videando por vez vigésimo quinta cómo Tim Robbins se escapa entre la mierda de la cárcel en la excelente “Cadena Perpetua”. Grandes éxitos de hoy y de siempre del ciclo permanente de reposiciones que Telemadrid hace que me mantenga enganchado al televisor en las madrugadas, llorando y suplicándole al santísimo padre que baje a instalarme una parabólica. No puedo dormir por la tarde y malvivir por la noche como vengo haciendo. No puedo tirarme dos horas mirando la pared, sentado en un rincón, sin parar de segregar esta dichosa saliva, tragándola hasta sentir náuseas y vomitar en el baño. Con un baile de gelocatiles y almaxes de cuidado que hacen de mí, poco a poco, el yonki que nunca quise ser. No, no puede salir un post sano de la mierda en la que me revuelco. Opto por la poesía insana, y que sea lo que Mahoma quiera.

El problema no es que no me vea recompensado, que sí y con creces. El problema soy yo. Que no soy, una vez más. Necesito tiempo. No sólo me desamueblo en mis fueros internos, sino que cambio de aires sin quererlo y de universidad y de modo de verme. Que me pierdo en un mar de pulseras, dibujos, escritos… Veo… veo cómo pierdo kilos sin quererlo, postrado en esta silla.

La cumbre del cinismo inusitado se dio hace unos días, cuando en unas de mis rachas cantarinas, y cantando precisamente "Happiness", en mitad de la canción se rompió una de las cuerdas de la guitarra. Podía ser cualquier cosa menos un buen presagio. En suma… Me cansé de cantar. Me cansé de relatar batallitas y de engañar mi paladar fingiendo que encuentro alguna dulzura en ellas. Gilipolleces. No son más que gilipolleces de bajo calibre. No puedo seguir por esos derroteros. No de este modo, no estando así, porque acabaré perdiendo cualquier interés. Y antes de echarme gasolina o que me la echen paro, bajo, y al paro.

Perdón por un post emborronado y fallido. Ya van cuatro amaneceres vistos y sentidos en total soledad. Ni adiós ni hasta luego. Esto no es nada. Puede que aquel tío de Fuencarral estuviera en lo cierto: me ha dado una crisis.

Nada tiene sentido

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha dado un poco de miedo leer esto...Ya que es mi única fuente de información sobre tí (aparte de comentarios de terceros debidamente someros y superficiales), no conozco el alcance exacto de tu "miseria" y de los miligramos de ansiolíticos en sangre. Me recuerdas un poco a mí cuando estaba en mi celda de Newcastle, aburrido y devastado por esa soledad que siempre golpea al débil. Y no somos bloques de mármol precisamente...
Necesitas ver más a menudo a quién yo me sé. Bueno, tío. Sigo por aquí por si algún día requieres mis servicios (que no están fuera de), aunque no creo que eso suceda.
Cuídate y vete a uno de esos míticos conciertos en los que tan bien debes de desahogarte. Y suerte en tu tercera universidad.

Un abrazo sincero.

Anónimo dijo...

Pues.. son malas noticias sin duda. No me atrevo a juzgar la situación, ni siquiera me animo a comentarla.
Se te va a echar de menos.

Kike dijo...

Venga yaaaaa Marcos es un jachondo nos esta tomando el pelo a todos. Yo mismo estaba delante cuando el tio besó el suelo y lo único que hizo fue reirse.
Seguro que esta en Cancún pasándoselo bomba mientras dice a todo el mundo que esta deprimido....
¡¡¡Nos vemos, gambitero!!!

Paloma dijo...

joder markitos abandona el mundo blogero esto no es posible...dios..que sera de las jachondadas??? madre mia ! tio te exaremos de menos, que cojones si sq llevamos un dia de curso y ya t hechamos de menos...jajaj Alba y yo hemos hecho un homenaje a Markicia...si si hemos mirado a los arboles y hemos apuntado alguna de esas muletillas que sueles soltar...jajaja. Weno demasiado melancolico este comentario..jajaj asi qe simplemente que te den :P