jueves, 9 de marzo de 2006

El diario de Marquicia

Cogí un autobús cuyo recorrido daba un repaso a las casas ricachonas que hay en las inmediaciones de mi universidad. Fui listo y me monté en el bus que hacía el recorrido más largo (muy mío). Pronto advertí que de viajar solo había pasado a estar rodeado de chicas sudamericanas, alternadas caprichosamente con viejas armadas contra el frío con aparatosos abrigos de pieles. Las arrugas de sus caras no contrastaban en absoluto con dichas pieles y parecían más bien una continuación de esos zorros y cabritillos muertos para la causa. El caso es que no me cuadraba que tanta sudaca viajara en aquel autobús y empecé a atar cabos. Eran casi las tres, supuse que aquellas chicas abandonaban las casas de los ricachuelos tras haberlas limpiado a conciencia y se dirigían a sus barrios pobretones. Limpiar a los ricos para poder pagar los apechusques que usan para limpiar también sus hogares.

Otro día, en el metro, una señora de color (negro) revienta burbujitas de esos plásticos que envuelven los cosos frágiles en las cajas. Hay gente que hace crucigramas. Ella no. Me distrae tanto que me veo obligado a dejar mi lectura. Compruebo que todo el vagón la está mirando en plan “me estás jodiendo”. Ella para, y todos los que teníamos un libro en la mano nos miramos victoriosos. Menuda gilipollez.

Sin duda, el hecho que dotó esa semana (o cualquiera que fuese) de un halo hollywoodiense fue mi encontronazo con… ¡Javier Aller! Sí, amigos. Ése. ¿Qué? ¿Ni zorra? Tranquilos… Seguro que alguno de vusotros habrá visto alguna vez “El robo más grande jamás contado” o “El milagro de P. Tinto”, ¿no es así? Pues bien, es uno de los marcianos de P. Tinto, el bajito macarra de la gaseosa. El tema es que Javier Aller, un crackiba yo a coger un metro y tengo siempre la costumbre de irme desplazando tontuelamente a un lateral, la cosa del pasito a pasito para matar el tiempo. En mi andadura reparé en un tío de larga melena y chaqueta vaquera al cual le colgaban las piernas en el banco de espera. Estaba escuchando música y parecía un Rosendo en miniatura. Cuando quise darme cuenta había parado el ritmo y estaba mirándole la cara, ensimismado, como diciéndome “¿es quién creo que es?”. Pero no sabía de qué cojímenes me sonaba aquel hombrecillo. Tampoco tardaría demasiado en hacer memoria y recordar aquella frase de “pedazo de invento la gaseosa” y su eructo final… era él. Me quedé rondando por la zona hasta que llegó el metro, pero no me fijaba en él, sino en las reacciones de la gente al verlo. Me interesaba saber cómo actuarían tras reconocerlo. Pude darme cuenta entonces de que ni dios le miraba. Todos iban de un lado a otro sin darse cuenta de que tenían delante a ese maravilloso actor. Me sentí un tanto apenado, me habría gustado saludarle yo al menos y cantarnos un “a lo loco, a lo loco…”, pero no hubo resquicio. El tren avanzaba haciendo sus paradas, la gente salía y entraba, yo seguía enfrascado en mi lectura y él, supongo, en su música. Llegó a su estación y se marchó raudo, subiendo las escaleras con una agilidad envidiable. Y mientras el tren se alejaba pensé que a veces las celebridades son sólo cosa de uno.


Todo esto sucedió la semana pasada y lo
escribí el domingo, si no me folla la memoria.
También vi a una chica barbuda en el bus...
Bueno, bueno, una cosa...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No entiendo por qué el título del post es: El diario de Marquicia"... estaba mucho mejor Mariquicia, pero bueno, allá tú...

Por otra parte: qué bien te lo pasas en el metro, cabrón!!
Yo no sé si hubiera reconocido a ese hombrecillo que seguramente sería muy simpático... haberle saludado, hombre xD

Besiños nene
Visitez moi

Marcos dijo...

Jachonda. Me lo paso pipa en el metro... ¡Es un no parar!

Yo quería hacer una coña con lo de "El diario de Patricia" sin ánimo de hacer lejanas llamadas al "Marica tú" de los Morancos. La próxima vez que vea al Javi le doy un abrazo de tus partes, xD.

Gracias por visitarnos, voy a darle a tu post regloso... Un abrazo.

Anónimo dijo...

Las cosas que ocurren en el metro darían para un blog sólo sobre eso, deberíais dejar Marquicia como sección fija...
Salud!

Marcos dijo...

Es muy cierto. Podría llamarla también "metrosidades". Mi próximo post creo que será también metrosidad, y llevo unos cuantos girando alrededor de ese tema... Mierda, el metro es una galería de frikis...

Un abrazo!