martes, 11 de octubre de 2005

Goteras

Algo pierde agua en el piso de arriba... Y debe ser alguna tubería en mal estado. Pero cuando uno ha logrado acomodarse por fin y hacerse a la realidad, una gotera pasa a ser algo insignificante. Es una tarea de mantenimiento, una manera más de ver que la cosa marcha. Eso es lo que tengo: goteras. O en términos no tan metafóricos: pequeñas crisis momentáneas. Y sucede cuando me veo solo y me hago preguntas del tipo qué hago yo aquí. Rápido me doy las respuestas y todo vuelve a la normalidad. No creo que sea nada malo. Lo veo incluso beneficioso. Perder aceite ya sería otro cantar... Pero no, lo mío es el agua. Los pantanos instan más cantidad, de momento sólo colaboro con pequeñas gotas (de agua, insisto). Ningún chaparrón mental a la vista.

Y todo esto está muy bien dicho así... ¿Pero qué pasa cuando la gotera es de verdad? Maldita sea, amigos... Tengo una jodida gotera en el baño. Di parte al portero y obtuve un "sí, bueno... ya si eso..." (aquí van a lo grande, sin mariconadas del tipo un poquito de por favor). De esto hace cinco días. Estamos a martes y la gotera no hace más que expandirse logrando un dibujo que, si fuera en una pared, tendría sentido entendiéndolo como arte moderno, pero que al quedar justo encima del retrete más bien parece que en mi casa se mea hacia arriba. Y nada más lejos de la realidad... Puede que el vecino de arriba se salga del tiesto. Oh, vamos... ¿Tengo que ir otra vez a hablar con el portero? Esta mierda no venía en el contrato.

En fin... Goteras y más goteras. Psíquicas o techudas. Goteras. Corren días pasados por agua... ¿Lloverá este año en la feria de mi pueblo? Me gustaría estar allí para verlo.

No hay comentarios: