jueves, 27 de octubre de 2005

El pastel que nos parió

A veces una relación llega a un punto en que resulta íntima hasta la médula, se crea un vínculo que parece indestructible. Pero descubres que no es así, la verdad es bastante más dolorosa y te deprimes por ello. La comprensión mútua resulta ser creada sólo por tí, te la imaginabas haciendo que todo fuera más fácil, sin dejar que reaccionara todo como debiera realmente. Te ves traicionado por tu estúpida mente que reducía todo al mismo algoritmo mágico que hacía que todo fuera tan degradantemente fácil. Das una calada más, mientras aspiras de aquel aire amargo que contamina... reflexionas y ves que si pensabas que era lo correcto, ahora ves que no. Te sientes estúpido por dar pie a lo ocurrido sin saber a quién o a qué acudir. Optas por mandarlo todo a la mierda y dejar que tome su cauce real, para hacerte a la idea que lo que debió ocurrir desde un principio. Sorprendido descubres que tus muestras no sirvieron de nada, el virus que se extendía no sólo lo propagaste tú. Y aunque te relaja el saber que las cagadas normalmente no son de uno, sino que intervienen todos los que comen del pastel, te dolía enfermizamente todo lo que estaba ocurriendo.

Has aceptado que la guinda la degustas sólo tú... pero el mazapán se lo come otro.

No hay comentarios: