martes, 6 de junio de 2006

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El día de la bestia. Satanás se pone el bañador y viene a hacernos una visita aprovechando que en el santo sielo están ocupados con el jaleo de “El código Da Vinci”. Ya… Lo siento, amigos, pero esto no es el acabose de Juanjo de la Iglesia. Los exámenes no han pasado todavía. Matthew McConaughey se ha quedado sin Pene. La Jurado está criando malvas. Humberto Janeiro sigue fuera de Ambiciones. El blog sigue adelante.

Sin duda, lo más acojonante del día ha sido ver a Urdaci haciendo un monólogo… DIOX. Y lo malo es que lo hacía bien… Desde un primer momento supe que lo suyo era el humor, el desccoojone. Y esa mágica visualización ha sido resultado del suceso más emocionante de estos días: sintonizar “La Sexta”, la tele del mundial. Y a mi el mundial me la tuerce. Esto ha sido un triunfo por el simple hecho de conseguir un nuevo canal. Oh, sí… Vosotros… Vosotros que nadáis en la abundancia… Vosotros que tenéis cientos de canales…, gracias a la TDT, al Digital+, a Ono…, no sabéis lo que es vivir con siete canales (por meter en la saca a Localia, que vaya tela, Maria Estela…), no lo sabéis, no, no, no. Seis jodidos meses con seis jodidos canales. Vamos, no me jodas… Cuando el anuncio de que se había instalado en la comunidad “La Sexta” se posó ante mis ojos, contuve la erección y eché a correr. Cogí con mi mano sudorosa el mando a distancia y me puse a buscar canales. Me llevé una sorpresa al comprobar que ahora podría disfrutar del deporte con “Eurosport” (los que me conozcan sabrán que es una alegría), pero cuando se me paró el corazón fue al ver a Pablo Carbonell haciendo un documental… era “La Sexta”, y yo saltaba de alegría. Y dado que este post comienza a ser cargantemente rosa y publicitario, amén de que no hace gala en ningún momento del motivo de su título, os contaré lo mío con Ono:

Sí… (Se) corría el mes de enero salpicando con sus días los exámenes de febrero, cuando me quedé sin el paquete de televisión + internet + teléfono de Ono. Todo por la tontería de no pagar las facturas (qué susceptibles). Mi tío me avisaba por aquel entonces de que ya se pasarían a recoger sus apechusques (quicir, el descodificador y la cosa del wireless), que me preocupara de andar por casa y esas cosas… Pero, veréis… tengo la, en mi opinión, sana costumbre de no abrir la puerta ni contestar al telefonillo gratuitamente. Más que nada porque esto es Madrid. Se supone que puedes morir en cualquier momento. Así que ahí estoy yo andando de puntillas cada vez que llaman a la puerta, bajando el volumen de la tele, guardando el pene sigiloso y acercándome a la mirilla con sumo cuidado. Si son testigos de Jehová, pues abro y nos echamos unas risas. Si es la policía, abro y les digo que yo no lo hice. Y si es un tipo gordo con una carpetuela sudada en el sobaco tienes dos opciones: que lleva traje, es un vendedor de enciclopedias y no abres porque quieres acostarte pronto, que va en mangas de camisa y tiene cara de agobio, es de Ono y tampoco. ¿Por qué? ¿Por qué si ya me he dado de baja y el buen señor sólo viene a por lo suyo? Porque, amigos… me encanta ver la hora en ese descodificador. Lo siento, pero supera mis fuerzas. Lo tuve desconectado un par de tardes para dárselo y me volvía imbécil tratando de encontrar algún lugar donde ver la hora. Sí, ese descodificador me mola… Y mientras estoy asomado a la mirilla cual voyeur jadeante, veo cómo el tipo ése saca un papelito, lo firma y lo cuela por la puerta:


ONO INFORMA:
Nuestro técnico Fulano de Tal ha pasado a por su descodificador a las virgen y media y no estaba. Maldita sea, llame a este teléfono cuando se encuentre disponible: 666 322006”.

Ayer fue otro de esos emocionantes días. Un día en el que visitas durante dos horas tu banco para pedir una nueva tarjeta, ya que la original se la tragó el cajero la semana anterior; en el que luchas a muerte contra una mariposa a golpe de periódico (algún día relataré esto); en el que sintonizas una nueva cadena… Un día en el que el técnico de Ono cuela su tercer aviso por debajo de la puerta.

Días emocionantes. Días en los que puedo decir “son las dos y media” sin salir del salón.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, bueno... eso de nadar en la abundancia con cientos de canales, etc... supongo que es una licencia. Yo tengo exactamente siete, contando la sexta que se ve casi doble, y nada de localia, eurosport, tdt ni puñetas, ¿para qué tanto canal si en general en todos echan la misma porquería? Al final creo que tengo televisión como elemento imprescindible de la play, que es lo que importa. Ale.

Marcos dijo...

Cierto. Más canales, más de la misma mierda. Pero ahí están los paquetes de cine de las digitales, el Paramount Comedy, el porno gratuíto... Lo cierto es que lo que echo de menos de verdad es interné. Que me dejo los cuartos cada vez que vengo a este locutorio lleno de sudacas a ver qué se cuece por el blog, y empieza a doler. Mucho.

Neto, muy bueno el toque de humor "Coti, di Ana" (y Coti dijo: "Ana"). A mí aún no me han amenazado con embargarme el sofá, así que hasta que llegue el momento miraré la hora en ese trasto.

Lo que quería denunciar es que, en estos días estudiosos, lo más emocionante que he llegado a vivir ha sido sintonizar una cadena. Menuda basura. Menos mal que este viernes toca concierto...

Gracias por comentar mi primer post satánico.