sábado, 8 de septiembre de 2007

Un perro andaluz

Un chucho jadea a diez metros de mí mientras penetra con fuerza a su novia, dentro de un corralito de arena cercado. Estoy aquí sentado y no puedo evitar fijarme en cómo se trajina a la perra en un mete y saca asesino y brutal. Uno-dos, uno-dos. Di que sí, perrito.

Salgo de la inopia, miro mi entrepierna. No estoy cachondo. No. Lo que veo en lugar de erección es un tocho bastante contundente de folios manchados de caprichosa tinta en forma de letras. Son los apuntes de mi próximo examen, en este eterno mes de septiembre. Entre otros motivos, he querido venir a este bonito parque a estudiar, en un intento desesperado por que pasara algo, una cagada de pájaro en mi camiseta bastaría, encontrarme con las migajas de un suceder por el camino, cualquier cosa que lograra abstraerme, llevarme a otro lugar, sacarme de la tediosa monotonía... Dormir. Comer. Estudiar. Ver la tele. Cumplir con la agenda del Roca. La mierda de siempre. Y luego cenar, estudiar, ver la tele. Pasar la noche en vela, solo conmigo, el tío más aburrido que conozco. Y entonces busco y buceo, tanteo mi otra mitad, cuento mis pasos, varios en falso, me arrepiento. Y malvivo y malcomo y mal duermo. Dejo a la Luna insatisfecha y le doy un portazo al Sol.

Reparo en el cartel que hay junto a la verja del corralito: un dibujo de un perro echando una meada. En efecto, he ido a parar al típico banco donde los dueños esperan a que su mascota termine de choronguear. No los tengo que buscar, allí están, charlando. Vuelvo al corralito. Miro de nuevo el cartel, perro meando. Alzo la vista. Estos dos no están meando. Lo que tengo delante es una casa de citas perruna. Son un par de perros chingando entre su propia mierda. Pero lo interesante no es que ante mí tenga un espectáculo de parafilias inusitado (zoofilia y coprofilia, al fin unidos), sino el subtítulo que acompaña al dibujo del cartel: ya tienes tu lugar. ¿Se refieren al perro... o al dueño?

Echando mal las cuentas me quedan a penas dos exámenes que pasar, y mi cabeza está a mil kilómetros de aquí, de dondequiera que deba estar. Siempre haciendo las Américas, por una cosa u otra. Y siempre dejándome solo, mirando por ella, tratando de sacar fuerzas de donde no las hay. Fuerzas..., yo, que lo único musculado que tengo en mi haber es mi brazo pajero y una copia en VHS de "Demolition man". Hago lo que puedo. Así que me siento y miro, y no me concentro y escribo. Escribo esto en lugar de estar haciendo mil cosas pendientes en lugar de estar estudiando.

Los chuchos terminaron, empapados en babas y sangre. ¿Pasión o sesión de sado-maso? Se les ve muy contentos, así que puede que las dos. Vuelvo a casa. Todo esto ha resultado ser un gran error. Creo que voy a dormir, desayunar y dormir, habrá tiempo para más desesperación después. Ya me sé este cuento. Mi cuento.

Tu lugar

Y pasan los años y uno no cambia. Y entonces te das cuenta de que eres así. Y cuantas más cosas te propones, menos cumples. Hoy he visto un lugar donde meter a gente como yo.

4 comentarios:

Kike dijo...

Si te ves muy deprimido siempre puedes unirte a los perros... ya sabes... a esos perros... unirte a ellos... de diversas maneras...
Vamos, es una idea ¿No? ¡No! ¿O si? ¡No, hombre! ¿O si? ¡Que no! ¿O si...?

Peyn dijo...

...Guau. ¿Puedo oler tu entrepierna?

Anónimo dijo...

"Escribo esto en lugar de estar haciendo mil cosas pendientes en lugar de estar estudiando"
Nunca podía haberlo ladrado mejor, pero ¿quién quiere la perfección de cumplir siempre lo que uno se propone? hay que dejarse sorprender por uno mismo ¡coño, lo he hecho!

Marcos dijo...

Kike: Si no puedes con ellos, únete a ellos. Un clásico.

Payne: Doggy style powa.

Chucho: También es verdad. El día que lo apruebe todo en junio el primer sorprendido seré yo...