jueves, 20 de julio de 2006

Arenas movedizas

La hora, a la que únicamente tenía acceso vía móvil, jugaba como siempre en mi contra. Durante el camino a casa pensaba en la de cosas que me quedaban por hacer. Un conjunto de camas deshechas y usadas, algunas bolsas de comestibles vacías que tirar o tener que llegar al cierre final de mi maleta eran los temas candentes. Pero la idea de enfrentarme a una imponente pila de platos sucios, perfectamente ordenados por fecha, terminó por acojonarme del todo.

Puede que mi fuga hasta las tierras áridas y oliveras suponga decir adiós a esas tortuosas tareas domésticas que me tenían entretenido sin yo quererlo. Adiós a la lavadora, a los tendimientos y planchajes, a la vitro, al mal comer, a andar en pelotas por la casa haciendo la trompa en cada esquina, a pasar el quitapolvos, a los polvos... Adiós a la ciudad, a la tierna imagen del travesti que se sube en Gregorio Marañón, a las arrojadizas putas de Montera, a los letreros luminosos, a las obras, a las gentes, a mis rutinas rutinosas... adiós a todo. Y como despedida que era, sabía que iba a ser triste. Pero nada de esto me importaba realmente. Más triste aún es saber que dejo coja una mesa, que abandono mis deberes de cama, que por más que quiera no trendré esa pierna rondándome en el cine, que si me apetece tendré que morderme el labio y meter las manos en los bolsillos... que me va a faltar un pulmón, un riñón, un testículo... que valdré la mitad... "No es un adiós, es un hasta luego", dirá mi espejo. "Es un hasta cuándo", será mi respuesta. Si tan sólo hubiera un día estipulado... una fecha concreta a la que agarrarme... Pero no, no hay nada, salvo un mar de dudas. Arenas movedizas donde naufragan mis botas sucias...

Vale. Es de cajón. Me conocéis. Ya me las apañaré para apretar el botón. Tiraré de la cuerda que tenga que tirar, consiguiendo escabullirme, llegar y besar a la santa. Y me sobrará tiempo. Y me moriré varias veces. Pero tengo que hacerlo. Es así. Todo con calma pajera, oído fino y sin excesos mentales. Tratando de no confundir el Paraíso con la casa de enfrente. Vida en familia... ¿Qué es eso? El peligro real de vivir solo es que al final te acaba gustando. Terminas conociéndote del todo, clasificando limitaciones, queriéndote e incluso gustándote. Pero no son cuatro paredes las que te tienden la mano, no... Te tienen que brindar el salpichurri.

Así que allí estaba yo, en Atocha y a cuatro minutos escasos para que llegara mi tren. Tuve suerte. O no la tuve. Cargado con una maleta gigantesca que podría hacer las veces de salita, dormitorio o cuarto de baño en cualquier apartamento, subí a mi vagón, quedándome así sin medicinas y sin UVI móvil. Me esperaba un pesado viaje embutido en un asiento frente a la estampa de una madre dándole cariño a su hijo en lo que acabó resultando ser una escena bastante entretenida. En un momento dado, el niño se estaba intentando quedar dormido. Pero su cabeza no dejaba de golpearse con la ventana. Estaba tan atolondrado que no podía colocarse mejor, simplemente se limitaba a no abrirse la cabeza del todo, por mera intuición. Fue entonces cuando su madre le puso cómodo en su hombro, con la ayuda de una chaqueta imitando la almohada. El niño se relamió inconsciente y metió una mano entre las piernas de su madre. Ella no le quitaba la vista de encima. Sonreía y le tocaba el pelo. El salpichurri de todo, nunca lo puedes conseguir solo.

3 comentarios:

Marcos dijo...

Han sido largas las vacaciones que me he tomado. Ninguna página fue visitada en este período de tiempo y ningún video X descargado, podéis estar seguros.

Puedo prometer y prometo que, una vez pasados estos veinte días, estaré más antento al negocio que regento. Gracias a aquellos que nos han seguido clickeando incluso en estas horas bajas.

Y volviendo al tema que hoy repaso, supongo que cada uno tendrá su UVI móvil particular. Esa que si nos quitan, nos perdemos. A mí me falta la mía, que no es una unidad cualquiera. Es de las buenas, con asientos de piel, aire acondicionado, moqueta que empapa la sangre y minibar... Y una dulce afrodita que me da las aspirinas y me inyecta en vena su cosa más cosera... el salpichurri del que os hablo...

Anónimo dijo...

Los consejos prefabricados de tipo "disfruta las vacaciones y lo que tenga que ser, será..." no valen de nada, no? Lo suyo es nadar (y escribir) corriente arriba, yendo a desovar siempre lejos de donde uno se encuentra.

Lo de "una imponente pila de platos sucios, perfectamente ordenados por fecha" es muy bueno, jeje, no pierdas ese ingenio..

Salud!

Peyn dijo...

La Rubio te agradecerá este post.